Friday, October 1, 2010
I will not be a Saint by halves
Quotes from The Story of a Soul on this Memorial in honor of Saint Therese of Lisieux, the Little Flower.
One day Léonie, thinking no doubt that she was too big to play with dolls, brought us a basket filled with clothes, pretty pieces of stuff, and other trifles on which her doll was laid: "Here, dears," she said, "choose whatever you like." Céline looked at it, and took a woollen ball. After thinking about it for a minute, I put out my hand saying: "I choose everything," and I carried off both doll and basket without more ado.
This childish incident was a forecast, so to speak, of my whole life. Later on, when the way of perfection was opened out before me, I realised that in order to become a Saint one must suffer much, always seek the most perfect path, and forget oneself. I also understood that there are many degrees of holiness, that each soul is free to respond to the calls of Our Lord, to do much or little for His Love--in a word, to choose amongst the sacrifices He asks. And then also, as in the days of my childhood, I cried out: "My God, I choose everything, I will not be a Saint by halves, I am not afraid of suffering for Thee, I only fear one thing, and that is to do my own will. Accept the offering of my will, for I choose all that Thou willest."
Cuenta de Santa Teresita en Historia de un Alma:
Un día, Leonia, creyéndose ya demasiado mayor para jugar a las muñecas, vino a nuestro encuentro con una cesta llena de vestiditos y de preciosos retazos para hacer más. Encima de todo venía acostada su muñeca. «Tomad, hermanitas -nos dijo-, escoged, os lo doy todo para vosotras». Celina alargó la mano y cogió un mazo de orlas de colores que le gustaba. Tras un momento de reflexión, yo alargué a mi vez la mano, diciendo: «¡Yo lo escojo todo!», y cogí la cesta sin más ceremonias. A los testigos de la escena la cosa les pereció muy justa, y ni a la misma Celina se le ocurrió quejarse (aunque la verdad es que juguetes no le faltaban, pues su padrino la colmaba de regalos, y Luisa encontraba la forma de agenciarle todo lo que deseaba).
Este insignificante episodio de mi infancia es el resumen de toda mi vida. Más tarde, cuando se ofreció ante mis ojos el horizonte de la perfección, comprendí que para ser santa había que sufrir mucho, buscar siempre lo más perfecto y olvidarse de sí misma. Comprendí que en la perfección había muchos grados, y que cada alma era libre de responder a las invitaciones del Señor y de hacer poco o mucho por él, en una palabra, de escoger entre los sacrificios que él nos pide. Entonces, como en los días de mi niñez, exclamé: «Dios mío, yo lo escojo todo. No quiero ser santa a medias, no me asusta sufrir por ti, sólo me asusta una cosa: conservar mi voluntad. Tómala, ¡pues "yo escojo todo" lo que tú quieres...!