Homilía
- La Vida de Santo Toribio Romo y Nuestras Metas
Misa de Fundación, Fiesta de Cristo Rey, 25 Noviembre, 2012
Iglesia Católica de Santo Toribio Romo, Chatsworth, Georgia USA
Padre Paul D. Williams, Jr., párroco
Los
testigos que le conocieron a Toribio Romo hablan de él dando una
lista de cualidades y de virtudes que lo igualan a los demás
mártires que la Iglesia ha engendrado en sus veinte siglos de
historia: fuerte espíritu de caridad, pasión por la Iglesia, amor a
la Eucaristía (sobre todo se le veía esto en su manera de celebrar
la Misa) y a la Virgen de Guadalupe, amor a obreros y a los niños.
Así mismo, destacó por su pobreza de vida y austeridad. Él era un
sacerdote y se consagró a ejercer su ministerio espiritual en bien
de todos.
Leyendo
la historia de la vida de nuestro Patrón, estoy pensando en las
virtudes de él que nos enseña sobre nuestra Misión de iglesia. La
tarea, el deber, la lucha de nuestra nueva iglesia aquí en
Chatsworth. Pienso que podemos resumirla en cinco temas: La familia,
la evangelización, la justicia, la eucaristía, y la entrega.
La
Familia Toribio Romo nació en el rancho de Santa Ana de
Guadalupe, Jalostotitlán. Creció y se educó en una familia
cristiana, en un pueblo sencillo y fervoroso en la fe. Desde niño
Tori estuvo muy unido de modo especial a su hermana mayor María,
“Quica”, quien hizo las veces de segunda madre y le inculcó un
gran amor por la Santísima Virgen. También estuvo muy unido a
Román, su hermano menor, quien también llegó al sacerdocio y vivió
como él las penurias de la persecución contra la Iglesia y sus
ministros.
En
una ocasión, allá en Santa Ana de Guadalupe, `Quica´ y su hermana
Hipólita, a quien cariñosamente decían `Pola´, se encontraban
haciendo una alba debajo de un mezquite, para el Cantamisa del Padre
Juan Pérez, quien iba a celebrar ahí. El pequeño Toribio, de
cuatro o cinco años de edad, rondaba el lugar; llegándose a ellas
tocó el alba y preguntó a Quica: -¿Qué están haciendo?... -Una
alba para el padre. -`¿Algún día me pondré una de éstas?... Pola
se volteó y le dijo: `No se hizo la miel para el hocico de los
burros´. Quica, como reprendiendo a su hermana, respondió a
Toribio: `Sí, no se hizo... pero tú te pondrás una de éstas´»...
Estas palabras resultaron proféticas.
"La
familia", dice Juan Pablo II, "es la primera y más
importante escuela de amor... La grandeza y la responsabilidad de la
familia están en ser la primera comunidad de vida y amor, el primer
ambiente en donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado,
no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios".
En
la familia es donde se hace posible el amor, el amor sin condiciones;
los padres que inician la familia con una promesa de amor quieren a
sus hijos porque son sus hijos, no en razón de sus cualidades. Es en
el seno familiar donde cultivamos lo humano del hombre, donde aprende
el cultivo de las virtudes: el amor, la honradez, la generosidad, la
responsabilidad, el amor al trabajo, la gratitud, etc. El amor de la
familia debe trasmitirse a la sociedad.
Esta
es la primera meta de nuestra iglesia: para formar familias
buenas, familias santas, familias que siguen a Cristo, para
transmitir al mundo este amor.
La
Evangelización/Catequesis Y esta es nuestra segunda meta:
la evangelización, transmitiendo al mundo el amor de Cristo.
Desde
su ingreso al seminario, Toribio dedicaba todo el tiempo que le
permitían sus labores de estudiante a la catequesis de los niños.
Todos los domingos salía a los ranchos a dar doctrina a los niños y
a los grandes... Como cura, se lanza con su obsesión de catequista,
establece centros de instrucción religiosa en todas las manzanas del
pueblo y en todos los ranchos de la parroquia, funda la Cruzada
Eucarística de los niños, establece centros para obreros, del
catecismo parroquial, abre una escuela para catequistas...
Empezando
con el amor en la familia, continuamos en la educación de los niños,
la catequesis en la fe. Formamos buenas catequistas para formar
nuestros niños en la fe de Cristo. Y esta formación continua por
toda la vida.
Y
parte de la formación en la fe es la evangelización... para
compartir nuestra fe con nuestros vecinos, nuestros compañeros de
trabajo, los estudiantes en nuestras escuelas, y nuestros enemigos...
Como
podemos evangelizar nuestros prójimos? Sencillo: invítalos. La fe
es una invitación de Dios a compartir en su amor. La evangelización
es el mismo.
La
Justicia Nuestro patrón, Santo Romo, era muy ocupado con la
justicia, las enseñanzas de la iglesia sobre los problemas sociales.
Con otros seminaristas formaron la Asociación Católica de la
Juventud Mexicana y se dedicaron a círculos de estudio y se
dedicaron a los obreros, estableciendo escuelas nocturnas, estudiando
la Enciclica Rerum Novarum de S.S. León XIII; y desde entonces
mostró una sensibilidad especial por los problemas sociales y
sindicales de los obreros y sus familias, cuya existencia transcurría
entre la marginación y la pobreza.
A
finales del siglo XIX, los obreros tenían que aguantar jornadas de
18 horas de trabajo intenso, salarios de hambre y miseria y unas
condiciones inhumanas de vivienda. También era común la explotación
a niños y mujeres en las fábricas. Esta situación tenía que
cambiar. La Iglesia se puso de parte del trabajador con la carta del
Papa León“Rerum Novarum”, en donde explicaba cómo estaba la
situación obrera, y defendiendo la justicia y a los trabajadores. La
solución que daba fue la caridad, pasaba por que el Estado, la
Iglesia, el trabajador y el empresario tenían que trabajar juntos.
“La Carta Magna del Trabajo” tuvo una gran influencia.
Defendiendo
los pobres y los trabajadores causaba muchas problemas para Padre
Tori, pero sequía luchando por la justicia. Fue muy difícil
especialmente en el tiempo de persecución de la iglesia católica en
Mexico en aquel tiempo.
El
padre Toribio escribió en su diario: …"Pido a Dios verdadero
mande que cambie este tiempo de persecución. Mira que ni la Misa
podemos celebrar tus Cristos; sácanos de esta dura prueba, vivir los
sacerdotes sin celebrar la Santa Misa… Sin embargo, qué dulce es
ser perseguido por la justicia. Tormenta de duras persecuciones ha
dejado Dios venir sobre mi alma pecadora. Bendito sea El..."
Se
continua hoy en día la injusticia contra los pobres y los
trabajadores, los niños y las mujeres, los bebés en el vientre, los
ancianos, los inmigrantes... Nuestra tercer meta es para
luchar por la justicia en el mundo de hoy, empezando en nuestra
iglesia, comunidad, estado y país.
La
Eucaristía Una mañana de Pascua a la edad de siete años,
Toribio recibió por primera vez la Sagrada Comunión. El Sacerdote
que le dio la Primera comunión, les decía a los niños “Este es,
queridos niños, el día mas feliz de toda su vida”, por la noche,
Toribio le decía a Maria su hermana: “Se esta acabando el día mas
feliz de mi vida…” – No Toribio, este día el Niñito Jesus se
entrego a ti, para toda la vida… pero el día que tu seas
sacerdote, tu, te entregaras a El, para toda la eternidad…
Su
gran amor a la Eucaristía le hacía repetir con frecuencia esta
oración: "Señor, perdóname si soy atrevido, pero te ruego me
concedas este favor: no me dejes ni un día de mi vida sin decir la
Misa, sin abrazarte en la Comunión… dame mucha hambre de Ti, una
sed de recibirte que me atormente todo el día hasta que no haya
bebido de esa agua que brota hasta la Vida Eterna, de la roca bendita
de tu costado herido. ¡Mi Buen Jesús!, yo te ruego me concedas
morir sin dejar de decir Misa ni un solo día."
La
iglesia nos enseña que “La Eucaristía es ‘fuente y cima de toda
la vida cristiana’. ‘Los demás sacramentos están unidos a la
Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto,
contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, al propio
Cristo, nuestra Pascua’. La Eucaristía significa y realiza la
comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios, la
Iglesia. En ella se encuentra Cristo, y Dios santifica al mundo.
Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la
Liturgia del Cielo y anticipamos la vida eterna, cuando Dios será
todo en todos.
En
resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe. Así
pues, nuestra cuatra meta es para ser un pueblo eucarístico,
celebrando la misa con devoción, comulgando con la pureza del
corazón.
La
Entrega Fué la fiesta de Cristo Rey, 1927, y el Padre Tori fue
celebrando la misa en el Cerrito de Cristo Rey. Todo el pueblo se
volcó sobre la montaña y casi de todos los ranchos acudieron a la
fiesta. Más de quince mil asistieron a la Misa en la que estuvo
expuesto el Santísimo y delante de El, se hizo juramento de defender
la fe, aún a costa de la propia vida y la montaña se estremeció
con los gritos de ¡Viva Cristo Rey!
El
12 de diciembre de 1927, celebró la Misa de primera comunión de 20
niños. Con fervor extraordinario y, a la hora de impartir la Sagrada
Comunión, dialogó con los niños para que reiteraran su fe y su
amor a Jesucristo y pidieran por la paz de la Iglesia. Teniendo en
sus manos temblorosas la sagrada hostia le dijo a Jesús: “¿Aceptarás
mí sangre, Señor”? Por un instante no pudo continuar porque las
lágrimas se lo impedían y cuando pudo pronunciar palabra repitió
la frase: “¿Y aceptarás mi sangre Señor, que te ofrezco por la
paz de la Iglesia?”.
El
padre Toribio había ofrecido su sangre por la paz de la Iglesia y
pronto el Señor aceptó el ofrecimiento. Sus enemigos lo buscaban
con rabia y odio criminal. Los soldados lo descubrieron en su
escondite el 25 de enero de 1928.
Uno
de los soldados abrió la habitación donde estaba el Padre Toribio,
y quitándole el brazo que le cubría la cara, gritó: “Sí, éste
es el Cura, ¡mátenlo!”. En aquél momento despertó sorprendido
el Padre Toribio y dijo: “Sí soy, pero no me maten…” Sin
dejarlo terminar la frase, lo acribillaron en medio de insultos; el
Padre Toribio, con pasos vacilantes, caminó hacia la puerta y una
segunda descarga lo hizo caer. Su hermana Quica corrió hacia él y lo tomó
entre sus brazos; con voz fuerte le dice: “Valor, Padre Toribio…
¡Jesús Misericordioso, recíbelo! ¡Viva Cristo Rey!”. Con una
última mirada, el Padre Toribio se despidió de aquella hermana que
le llevó al sacerdocio y al martirio.
Nuestra
quinta meta es la entrega total de nuestro ser, ofreciendo
nuestras vidas, nuestra iglesia, todos, al servicio al Señor, como
nuestro Patrón, Santo Toribio.
Viva Cristo Rey!
Viva Nuestra Señora de Guadalupe!
Viva Santo Toribio Romo!